y en el pestañear de la tarde se desviste
sobre el asfalto muerto,
rumor que vocifera desdentado entre  el humo.
llega cabalgando despacio, desde las cloacas 
hasta elevarse
un  círculo turbio que ahoga 
el último exhalar del Infierno alto 
y regala complaciente el Telón de  los nocturnos 
bendecidos por el gozo transhumando.
relampaguean los dientes pequeños , puntiagudos,
y el ambular ciego de las lágrimas rotas que se pierden.

Sobre el manto gastado
que resguardó un grito
ahogado en vino y enmudecido
por la mordaza de la tristeza riendo,
ha llegado el final inacabado
de la carne que resiste,
embate lacerante,
cruces de la locura 
que con clavos de razón se entrega...
Mientras la tierra se abre muerta y quema.

Donde las trampas de las sombras incongruentes
conducen como conduce la deriva de una rama seca,
entre matices desollados 
yace la última luz agazapada,
la inclemencia de una nube muerta se reflejó
en su destello final...
duele como la maza que quiebra las piernas,
difícil verlo si la imagen resiste y vomita al mundo,
escarbando en un pozo que refleja la selva virgen
hoja seca que es cuenco de la sangre 
de los que nunca huyeron del filo de la Luna.

y los cimientos de esa voz clamando
fueron carcomidos por el aire inexorable
que se iba a mezquinar otro ser desdichado...
se enturbió el vino olvidado
en un bosque de telarañas y moscas muertas.
Seco, el jardín  con lejanía de un haz involuntario que lo retrata
la sutil imagen de esa hoja desnuda y sola 
que pende insignificante en la pureza desolada...
Y así dejada quieta, la eternidad única posible
, la batalla perdida y el vacío con su victoria lenta.

 Entre las matas remotas que  avejentan  sus pastos azarosos,
una botella que yace desangrada y amenazando con su filo 
allí cuando la Noche duerme su día sobre el hemisferio,
los pasos  entre gritos y carcajadas se pierden 
como infinitud mezclada  que corre por las grietas y las columnas. 
se torna el telón de la noche como fantasma que se evapora 
y ha llegado la hora de huir de los resplandores 
donde el sol enemigo  busca disfrazarse.
batidos secos de pájaros garridos que se llevan 
los claros de luna en el asfalto sucio, 
las bolsas negras y 
 los restos de mi alma agonizando mi  noche muerta...

Un espejo que aprisionó un final abierto e inconcluso de haber empezado...
y  la tormenta moja el  viejo vidrio cegado por el tiempo ,
hay fragmentos que ostentan filos desnudos de sangre y tierra seca,
 la muerte que se sumerje en un hastío y ruega a algún  dios  que la mate...
se desploma la  lluvia huyendo por ríos oscuros 
entre los peces y las barcazas que duermen,
 así la gran Calavera que deslumbra la noche 
impone que se arrodillen las bestias y los espíritus , 
irrumpe la hora de las máscaras  que se agitan en sombras y ramajes, 
entre el rumor inerte de las lágrimas  vacías
 el espejo vuelve a iluminarse.

Los días se agitan leves en las ramas de un dios
 que se bambolea en raíces que a poco se van secando
y yo ,que he dejado mi alma ciega 
camino sobre el aire y tomo de los mundos de ocasión
 un trago de todas sus copas opacadas.
cuando se derrita el universo y sobre mí 
sus restos busquen cubrirme en lluvia de escombros,
 de oro y nieves, de troncos y tierra,
ese momento que yo salga y busque tus palabras que me indiquen 
otra vez de siempre,
las pistas de mi imagen quieta
 que espera serena mi regreso y mi partida.
dejo semillas del árbol muerto que lo hace aparecer
 hasta que se llene el mundo.