jueves, 6 de diciembre de 2007

EL SÓTANO

El sótano de la reencarnación

Me encontraba esa noche en casa de mi colega Manuel Alcázar, cuya última novela fue registrada con el título Los Asesinos felices, Colmena Ediciones,Barcelona, 1995.
Era una muy fría noche en el barrio de Montserrat, cuando sin esperar a concluir el momento oportuno, rompió con su novedad: -Aquí, cinco cuadras hacia la calle San José, existen las ruinas de un templo, de una antigua secta que existió ya hace 500 años , de origen bergiano (tengo entendido que se trataba de una rama de los asirios que habitó en Latinoamérica en ese tiempo). Se dedicaban a la adoración de un Falso Jesús, copia fiel de Cristo pero impiadoso y cruel. También, y esto es lo más espeluznante, fueron particularmente fieles a los preceptos de la Santa Inquisición, de la cual se proclamaron devotos y se dedicaron a la tortura de los supuestos herejes y de sentenciarlos a muerte después de los más horrorosos e inefables tormentos que se haya tenido conocimiento aquí. Los acusaban de ejercer prácticas diabólicas, las que llamaron “Brujería apócrifa”.
Lo escuché, por espacio de una hora, y le expresé después mi inquietud acerca de que me resultaba necesario ir a conocer ese sitio, y así poder compenetrarme en mis investigaciones posteriores sobre las muertes, que según se entendía, eran de un número sideral.
la respuesta fue contundente y dañina: -Podemos ir ahora mismo. La noche es muy fría, y es sobre todo en estas épocas cuando salen ellos.
-¿Ellos, quiénes?- le pregunté sorprendido…
Mi compañero me contestaba ya apenas a una cuadra del sitio señalado, y un miedo helado trataba ahora de disuadir mi propósito:
-Verá, Colombres. Ese lugar está habitado; a simple vista, pareciera un grupo de pordioseros, desamparados, que tienen su ghetto para compartir su miseria y sentirse así protegidos entre iguales…pero, no son lo que, corpóreamente, aparentan o vemos…
-¿Qué?¿de qué habla?-interrumpí abruptamente antes que concluyera-¿Acaso son…?
- No fantasmas exactamente- se me adelantó a lo que quería concluir. Callé y lo miré con los ojos imperantes y a la vez implorantes , llenos de respuestas posibles que exacerbado, esperaba.
-Se trata de unos seres reencarnados. Fueron en su otra vida las víctimas de esa secta abyecta, inefable en sus procedimientos medievales por donde se la mire. Y ellos, viven allí, justo al costado de un gran sótano a cielo abierto. Éste, tiene la forma de catacumbas, del estilo del Coliseo romano; ahí fue donde se los mantuvo prisioneros, y les daban, después de las torturas más escabrosas, muerte, la cual era el mejor premio para escapar a los tormentos , y de ellos… -Ésta aseveración final me dejó completamente atónito, mi garganta la sentía desbordarse , a través de mi mente plagada y desbordante de imágenes funestas y alaridos macabros, desvelantes.
Seguimos caminando, y cruzando la avenida de la recova, continuamos unos metros y nos internamos unos pasos doblando una esquina, debajo de la Autopista. Alcázar me indicó un alambrado tejido, y ambos comenzamos a trepar en él, cual arañas; la noche estaba secreta de vida para nuestros ojos…
Llegamos al fin. Me parecía estar viviendo en una pesadilla horrible, y mis esfuerzos por despertar sólo hicieron reconfirmar la realidad a la que estaba condenado a ser horrorizadamente testigo. Un viento helado estremecía mis carnes y mi visión, a la vez que un humo grueso, que me provocó náuseas y convulsionó mi estómago, desfiguraba toda imagen presente y pasada.
Nunca podré dar crónica, total y fidedignamente, a lo que dieron crédito mis ojos crispados , con las pestañas semejantes a agujas filosas, apuntando hacia la escena; los sentidos incluyeron el gusto bilioso de mi propio vómito.
A ciencia cierta, no supe ni sabré nunca si era el efecto de una imaginación macabra en demasía, una sordidez pestilente y execrable que transgredía toda dimensión lógica, porque mis ojos ya acostumbrados, y ganándole a la neblina nauseabunda, posaron decididos sobre un campo donde yacían hogueras ya frías.
Entre cenizas sobresalían rostros parcialmente quemados, y más allá , un festín entre los mendigos…una gran cama de hierro , entre un enredo de cadenas y alambres rojizos del fuego, candentes; la escena recreaba el martirio de San Lorenzo, y los reunidos, entre risotadas bestiales y graznidos repugnantes, cortaban y comían… sobre la parrilla, lecho de muerte lenta y despiadada, en cuotas de venganza…el rostro de un conocido asesino de niños , semicalcinado, todavía mostraba su identidad desdichosa, entre su propia carne asada.

Diego Martín Colombres

viernes, 2 de noviembre de 2007

jueves, 1 de noviembre de 2007


Poemario de CARBÓN

Ojos

Un cíclope verde
con ojo amarillo,
apunta a los ojos transparentes
de los ladrillos.
Los cojines del jardín
dan a sus flores Sol
en la noche
y cuando el verde se hace gris
veo al ojo que baila
entre el humo.
Cuando el cíclope aquí llega
bailamos en el jardín de la pasión…
30/07/04





Naufragio

Habrán sido…
Se enturbiará la sombra
Hará eclipsar
Un relámpago de mi voracidad
Sobre lo celeste.
Pero un agujero,
Entre descarnados labios,
Dejará espiar
El mortal acabar del naufragio donde…
Habrán de venir…



Amor mutante

Pienso que estuve en un balcón,
de un piso dieciséis
mi nariz era la mira
el blanco, el postigo de un baño,
hacia el sur, dos cuadras,
el edificio era monstruoso…
sin pensarlo, grité;
el sonido, una ráfaga de saliva particulada,
pegó con la fuerza del eco desesperado,
justo allí, en la antena de luz roja,
guía del avión, de todos los aviones
-que pasó, erré en las palabras,
el vacío me arrastró hasta no hablar más-
Mientras volaba, me preparé
para un aterrizaje de emergencia forzado.
Sin saber, súbitamente perdí el conocimiento…
pero todo ya era oscuro, helado, mojado;
yo estaba entumecido en lo más hondo
de mi conciencia.
Caminé, me resultaba trabajoso,
las ratas mordían mis piernas,
yo sangraba y sólo buscaba
la dirección correcta
hacia el asfalto pútrido, negro.
Las cloacas se tornaban cada vez
más sinuosas, oscuras, dantescas,
un Aqueronte de infiernos reales;
los excrementos abigarraban mi camino,
de repente me hundo, sumergiéndome,
lentamente, sin resistencia, seguro.
Hoy ya conozco el vuelo,
he hecho el amor
con un gran grupo de gusanos…
creo que el avión cayó en el río
y el postigo de tu baño
hace tres días yace, oscuro,
sin dueño.
De cualquier manera, soy feliz…
Muerto, hago todas las noches
El amor contigo;
si gusano ya soy, no me importa, tú también lo eres, igual…
Y, estar contigo, siempre es, igualmente, vivir…


-
Estarás allí

Estarás allí...
Desde la lejanía que produce la niebla
sobre la gran avenida,
convertida en fantasma corpóreo,
borroso, casi disoluto.
Iré tropezando, sin poder hacerme volátil,
sin alcanzar las luciérnagas de metal,
que desde cualquier altura
hagan bailar en la noche
su luz de estrellas cercanas,
sobre un sinfín de caparazones
donde zapatos patinen.
Te buscaré, desesperadamente
entre figuras sin forma
hasta oír la música de crujidos y tacones,
sobre amarillos que se quiebren
en los grises pedestales de tus formas.
Podré encontrarte, sin haberte perdido jamás,
bajo las alturas de estas calles de techos
llegando casi a una esquina mil veces no recordada,
en los espacios cotidianos de la niebla incolora
donde lo lejano nunca será lejos.
Y tras los ruidos de una pesada puerta sagrada
subiré ya hacia tu altura última,
al contacto duro y frío del bronce generoso,
entraré a tu Templo Profano.
Y juntos ya sobre tu altar
en que seremos, los dos,
camino a ratos
y a ratos caminante ,
serán ahora los crujidos, madera y tacos
que descansen aquí
en el blanco de tu partitura,
en la ejecución de la mejor música
de tus movimientos.
Dibujaré, en un cielo renegrido
a punto de estallar un diluvio
y pintaré con saliva una boca
de labios salados...
Al besarlos beberé de tu tormenta,
tierra mojada
donde arroje siempre mis semillas,
Y crecerán los árboles, surgirán las calles,
la gente, los faroles
y tus tacos de otoño.
Será, de nuevo, mi sed y esta niebla...
Y estarás allí...estaremos siempre.




Lejanía


Lejanía entre pupitres heridos,
vino la noche y no me ha besado.
Preso de este lugar
para ganar la libertad
de aquel encierro compartido.
Allí, todo es benévolo
allí la noche no besa
porque abraza con palabras
y con silencio,
allí se respira suspirando,
es el perfume de fuego
que también nace y renace
sin morir,
entre la piel, desde los huesos
ardiendo en el cuerpo
sin consumirlo,
como zarza del Sinaí
como hoguera inquisidora
que nos condena, Apocalipsis,
al suplicio eterno de amarnos.




Vuela

Vuela, agua celeste,
planea, orgullosa sobre la sal azulada
paseando así, disfrazada de novia
llorando y gimiendo, al fin encumbrada.
Vuela, agua celeste
hazte nieve sobre arena,
hazte tierra sobre río
bordeando de verde selva.
Vuela, vuela, vuela
agua de mi alma
espejo entre párpados
brillo que se hunde en tierra
sal que reluce en relámpagos.

Nacer

Los tendones del alma
ya han sido quebrados
y con su filo inexorable
laceran mi visión.
Nunca podrá verse ya
esta realidad, que sangra
en los umbrales del odio.
El rojo tiñe de negro
el pensamiento y ya
No me encuentro aquí
adentro de los muros
del abismal yo.
Sin los gusanos
El alimento se purifica,
esqueleto queda hecha
la realidad que ya no podrá ser.
Nuevas larvas crecen en mi sangre,
proliferan inefables y rabiosas de vida,
muerte de la muerte...
Despego, pavoroso,
con alas de terracota
que el sol no termina de cocer ,
hacia la luna.
Pero allí el hielo las abrasa,
impiadoso el hielo
las convierte en cieno...
Tomo uno, hiena,
de los fragmentos de vida
Y así doy muerte a las larvas,
alimentando mariposas,
asomando de crisálidas
que son las venas de mi nueva esencia.
Podré ser yo loco, podré ser yo solo,
sólo yo, o tú me lo impides...
¡Ven, Muerte!, pero no me mates,
navega, jubilosa, sobre este fuego.
Pero guarda aquí el Gran Hueso...
Tengo hambre , soy tierra herida,
Soy tumba vacía ya cerrada,
Y reclamo mi parte.
No me quiten los gusanos,
Ni las larvas que a mí pertenecen,
Es mi existencia,Tú.
Pero Tú te alejas,
Tú, me llevas
pero ya no estás...
aún .
Amor, palabra incierta;
No me ames, Alma
¡No hoy!

II

De los pastos emergían
Los plácidos tintes
Que pintaban sobre mi carne
Desde las aguas tranquilas de mis ojos.
Mis manos, posaban quietas,
Una mullida en mis cabellos,
La otra alardeando mi rostro.
Así mi alma me mostraba,
Con instrumentos invisibles para mi pensamiento,
Los retratos animados de mi tiempo.
Eché a cuenta de que la obra no concluiría
Hasta un momento que nunca podría saber
Por ella misma...
Y mis manos comenzaron así a actuar,
se deslizaron hacia mis pies.
Encontrábanse allí no los cuadros
pero habían insondables senderos
rodeados de un vacío transparente, virgen.
Todos los caminos abigarrados se presentaban,
infinitos de pinceles y pinturas
incontables, como almejas en el mar,
como años luz hacia el fin del Espacio.
Comprendí que cubrir de dibujos el vacío entonces,
sería sólo cuestión de vida, y no mía...
Algo solamente quise encontrar
y eso era el camino hacia la perfección.
Pero, distinto de otros, este camino
estaba bordeado de cruces y lápidas;
hacia su fin una abierta tumba
con mi nombre, esperando...
Decidí así trasuntar por cualquier otro
y entonces, sin mirar...
viví...

miércoles, 31 de octubre de 2007

estarás allí

Pètalos



Jazmín que abres

tus garras doradas

al blanco calor

del sol que

te baña en oro

con olor a plenitud

de belleza

belleza cruel

yblanca

del calor

que me asfixia

en las heridas

por tus pétalos filosos...

pero bello,

al fin.