sábado, 15 de diciembre de 2012

Su mano le habían herido los pechos suaves
rasguñando sólo el Alma agobiada,
apenas arrancó el corazón sin matarla,
acaso resucitando su Ser,
casi en el borde del triste pozo
donde el Deseo yacía ,arqueado,
batallando tanta furia encadenada
cepos del Hastío.
Tomó el vivo órgano que gemía,
inquieto,
llevándolo hacia su boca resollante,
de viejos dientes de Hombre Lobo.
Deglutió su carne viva con un beso
lento, suave y también voraz.
Le había sido devuelta su savia
a la flor marchitando en una arena recorrida,
la poseyó y la cautiva libre,
sólo va hacia él sin quererlo.