Corrí ciego hasta caer en el gigante charco
los muros de ladrillo curtido por la resistencia,
esas aguas son un dios marrón
que juega a tragarse restos de la ciudad imponente.
Caído, caído como ave cual un buitre le devora las alas,
el río me lleva y me encuentra en un lecho muerto,
de restos infinitos del misterio,
engranajes y metales que nunca más serán anhelados por los deudos...
El río me traga, y ya nunca será igual, sólo recuerdos
sólo el barro entre el barro...
miércoles, 25 de junio de 2014
martes, 3 de junio de 2014
Y cuando el sol se enterró vivo, dio origen al
Infierno
(algunos dicen que en el punto medio exacto de la
tierra; confirman con su teoría que el mundo es el infierno, y al paraíso
perdido lo puso a salvo un dios en algún sitio desconocido. Sólo se sabe a
ciencia cierta, fuera de la tierra).
La gran estrella que abrasa, ilumina y engendró su
luz en la violada Luna, sólo es una copia apócrifa del Justiciero ajusticiado
por su amo. El dios aleatorio lo puso de señuelo, para que los habitantes de
este paraíso imperfecto creamos que es el que nos da la vida. Sólo los que se
percatan de ello no caen en su trampa, y observan con ahínco el regazo de la Luna,
madre de la luz fugada.
Prisioneros de la noche, a ella volvemos y para quizás alguna vez en ella encontremos el paraíso y nuestro padre… Oscuro
el mar, salado…
Quizás la sal (estoy seguro) es la ceniza que el sol
(renombrado Lucifer) devuelve de los males purificados, quizás la vida sea la
sal de la tierra que nos conduzca al paraíso escondido…
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