sábado, 17 de mayo de 2008

LA EDIFICACIÓN

“Comienza el final. Otra espera, diferente”
José Luis Narval, Días Enteros de Vacío, Bs. As. 1957

Lo que ocurrió esa tarde, poco registro queda: algún cassete que lo resignifica en una vieja filmadora y pesada, aunque a mis 43 años de hoy, pueda algo demostrar de esa crónica de 1988.
Esperaba el colectivo, sobre la avenida Caseros, a dos cuadras de la Estación Constitución, la de mis trenes al paraíso del Sur. Estaba yo así absorto y ensimismado en grandes preocupaciones, como mi nuevo proyecto inminente de la revista barrial de Pompeya, que remembraría en su primer tirada el 90 aniversario de la Escuela Nº 34 de allí, y mi evocación de haber sido expulsado de allí a los diez años por defecar arriba de un pupitre en un aula vacía.
De pronto, miro hacia adentro de la Plaza España, y ya venía sin darme tiempo a resignarme el recuerdo de mi última visita a la estancia de Luján, a la quinta de tío Carlos, allí donde mi bisabuela murió fusilada por la escuadra mitrista, allí en 1854, muerta por ocultar en un armario una carta de puño y letra del Restaurador.
La edificación, casi centenaria, quedaba en la cima de un montículo de peñascos, en el cual unos escalones habían sido tallados antaño para su acceso. Aparte, el bosque tenia solamente un camino sinuoso y muy difícil de transitar , si no era a paso lento desde cualquier rodado, unos 7 kilómetros , sobre un acceso perpendicular de la ruta provincial del pueblo.
Nadie se animaba a acercarse a la casa a menos de cien metros; se entretejían sobre ella historias repugnantes, escabrosas.
Mi bisabuela, Eugenia, era sombrerera. Una vida holgada condimentada con los privilegios de ser gente activa del Régimen Federal, más la hacienda de considerable número, la cual era mandada religiosamente a los Mataderos dos veces al año, le permitían a ella darse esa vida que en otrora tiempo era privilegio de las familias patricias de la colonización del Virreynato.
La espesura del bosque que en 130 años había crecido sin ser intervenido por la mano del hombre, hacía mucho más difícil el acceso y también mucho más misterioso el lugar.
Allí, repentinamente, volviendo en mí, giro sobresaltado a causa de una presión suave que siento en mi espalda. Ante mí, había una chica hermosa, vestida íntegramente de negro; las uñas pintadas de negro también, desentonaban con su rubia cabellera abundante y esos ojos que eran tan parecidos a los celestes de mi padre.Me nombra, sorprendentemente: Damián, ven conmigo, por favor…
-¿Qué? ¿Me conocés?
-Mucho
-¿Mucho?¿Adónde está escondida la persona que te manda a hacerme esta broma?¿Cómo podés conocerme, mucho, poco?. No te vi nunca.
-No hay nadie. Vine aquí por un pedido de tu padre.
_¿Mi padre? ¿Dónde está?
-Te espera adonde vamos, a la vuelta tengo el auto…
_Escuchá, que venga él. ¡yo no me subo al auto tuyo ni borracho!
-Si por las buenas, no quieres, vendrás así…

No supe qué ocurrió. Me encontré de repente despertado por una mano cubierta por un guante blanco y que destilaba perfume, de seda. La habitación era muy extraña, pero al mirar hacia el techo reconocí las vigas donde pendía la antigua lámpara. Creía estar en un agradable sueño, en donde yo era un antepasado de mí mismo: algo de cierto hay en eso, siempre somos antepasados y seguimos siendo nosotros mismos en otra carne, el cuerpo muere pero la sangre es eterna…
La filmadora estaba a un costado, formando una extraña imagen futuresca allí.
-Hola-dijo una voz que hízome dar vuelta la cabeza, todavía mirando la filmadora.
-¿Pero vos no sos la que me encontré en Plaza España?¿Qué hago yo acá?
-Plaza España- me dice. Todavía es un matadero de vacas.
-No entiendo un carajo-me puse enérgico-
-Soy Eugenia, tu bisabuela.
-¿Cómo??
-Escucha, Damián. Te he traído aquí para que evites mi muerte, que sé que es inminente. Pero sólo tu puedes torcer el futuro.
-¿Es esto una broma? ¿Dónde está mi padre?
-Si te levantas, y miras a tu alrededor, verás que no es broma. Damián, estamos en 1851.

No lo pude creer. Pero fue cierto. Era cierto.
-Damián, soy la madre de tu abuelo Martín…
Abrió un gran cofre, y me dio un sobre lacrado.
-Volverás con esta carta. De esa forma yo me salvo, y la continuidad de tu familia asegurará que la carta ésta llegue sin sangre derramada hacia tu tiempo. Como nada se pude llevar a través del tiempo, sino lo existente en cada dimensión, utiliza esa máquina: cópiala
-¿Que la filme?
-Eso, algo así. Hazlo.
Lo hice…
Ahora, sube a esa sulky que te espera afuera.
-Pero quisiera…
-Nada, no puedes permanecer aquí un solo segundo más…
Un gran abrazo me hizo sentir tal amor por mi sangre , transformó en alegría y comprensión plena de lo que había sucedido, más la oportunidad que me dio la vida de ser el Elegido…
En el sulky, después de marchar dos horas, me dormí.
Aparecí en un banco de la Plaza España, ya de vuelta en 1988…
-¡Damián , despertate!
-¿Fue un sueño?
-No, querido primo.
Alicia estaba más hermosa que nunca.
-Sabés, te parecés a la bisabuela Eugenia…
La besé a la boca largamente, intensamente, tal como era mi costumbre.
-Ahora entiendo por qué nuestra relación nunca fue rechazada por la familia.

Estamos en 2010.En el televisor, hoy dan un documental sobre el misterioso mensaje que Rosas dejó para las generaciones futuras…
Y cómo fue a parar a un daguerrotipo tan nítidamente, salvando doña Eugenia así su vida, junto a toda la familia Echagüe, allá en 1852, el primer Golpe de Estado a la Patria.




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jueves, 1 de mayo de 2008

PIEDAD



Veo cómo escapa
Mi pensamiento,
Huye
Y es un fugitivo
A la deriva,
Un escape al refugio
Sin techo,
Una gotera en mi mente
Donde las gotas hierven
Como una semilla con vida interna.
Furtiva imaginación,
Espejos oscuros
La reflejan,
Se corta
Cada vez que golpea,
Como madera de ataúd,
Madera de la raíz de árboles
Fríos.
¿Has pensado alguna vez
En el Demonio y su tormento?
Apiádate de Él.
Invítalo a tu mesa
Dale a beber de tu vino,
Hazlo comulgar con tu mujer
Y canonízalo…
Él no paga con una cruz,
Y Jesús se olvidó de salvarlo
Del mundo.
Ahora está condenado a venir aquí,
Él sigue expiando
Y busca redimirse,
Comparte con Él su culpa…
Alicia , mientras, permanece
Amándose con Cecilia.
Y es éste el mejor regalo,
Como Jesús en el medio
De dos ladronas.
-Ahora sí, seamos condenados,
Hágase vino nuestro pecado.