sábado, 14 de mayo de 2016

Una llamarada furtiva
Corriendo tras el ojo que se aleja en lo alto del puente.
Entre las miserias y las carcajadas de las calles desparejas
Brasas encendidas en el cielo torturan a los ángeles,
Abajo destellan con resplandores agujas de reloj de muerte,
bailoteando sobre caños de cobre y hojalatas.
La calle devuelve su humedad eterna,
y a veces esas largas lluvias alejan las pequeñas naves de muertos deambulando.
Es el barrio que Malena no vio, es el barro podrido de las callejuelas sin yuyos.
Es sentir que miramos la Luna y temerarios
 la intimidamos con nuestros deseos,
mientras entre gritos jubilosos y ladridos de nuestros amigos
 tratamos vencer al sueño que nos pelea.
Son las voces que completan el paisaje, el temblar de las paredes por los motores,
la bocina lejana de la locomotora. Y ellos, y nosotros.

Pensando…