Y sin quererlo se borra de la espesura
a través de un techo de follaje ennegrecido
un haz débil, quizás de Luna
quizás reflejo de la mente que desesperada
crea formas de salidas del infierno frío.
Entre cardos invisibles que se pintan de rojo
por mis pies despellejados
me aferro a ese tronco duro y rugoso
la cama de tierra y un lejano chillar
enredan mis manos que
puestas sobre mis ojos hasta casi romper el cráneo,
me trae y no deja de recordarme,
ya me arrastro dormido pero vienes,
así vuelo en mi precipicio hasta que me despiertes...
Sobre la lluvia que retrata las lágrimas
de esta Luna llena que abraza mis palabras,
explota un grito seco que debajo de la tierra helada
se asfixia...
la piel se derrite en una capa salada
y esa noche escondida que como una maraña de gritos
ha golpeado los besos
ha acribillado el alma con sus cráteres desnudos.
vos, allá en la neblina que bendice
los vidrios empañados de tu piel descubierta,
vos que bajo el cerrojo de tus dedos que bailotean
enrejas y castigas
al pecador que mudo se hace polvo
al guardián de mis cenizas ya frías y latiendo...
Como una columna que se derrumba invisible
Un coloso destruido que se resiste a morir
Polvo que se aferra a la piel herrumbrada
De tantas visiones recubierta, avejentada
De tanto pasado caminando,
Un techo de sal que rememora pasos juntos,
Rumores apagados , gritos muertos
Restos de tiempo afortunado
que mueren a la sed de la deriva
a los rayos en la tierra oscura
que se remueve y resiste aferrando tu última palabra,
mi clamor que me golpea los ojos,
mi suplicio de lejanía…
Y tu voz que llega vidriosa y opacada
debajo de la luz que sortea su esclarecer en reflejos naúfragos
Un terciopelo que sin brillo y sin ver un destello de pétalos helados
Corre a la deriva azarosa de dos cuerpos que se gritan sin ver
Las heridas del resonar apagado
Turbio mar de quietos barcos que se desnudan de madera ante las planicies de tus dedos reposado
Tú y la sal de los ojos que gritan sedientos a los rayos desarmados a la sabana agitando las almas y los miedos. Tu eterna y deliciosa ,tú virgen blanca y dibujando tu ser
Tú que resurges y que te rindes fuerte hacia la conmesura del rio quieto
Que moja los ojos cansados.
No, si tu piel llueve en partes desde lo lejano
aquí en un laberinto imaginario,
piezas ardientes resplandeciendo
brasa de fuego rojo y azul que una vela agonizante
ha hecho incendio
una llama semimuerta que en mi sangre se fortalece
mi cuerpo estalla y yace mi alma hecha ceniza,
el deseo que relampaguea en mi arena
fría
vos...un oasis perdido que busco de antes,
una amarga visión que mutila, vos.
Las pestañas gritan desde las vendas de la mente perdida
la muerte se ha hecho invisible y ese corazón sin brújula
que no percibe que anocheciendo cuelga en un lapacho seco...
tiempo vencido , reloj roto para un placer,
esa obsesión que a la deriva se hace nada
torturada en ese océano que se hunde dentro del perdón impuro,
casi blasfemia para la orgía de un tiempo ahora no feliz...
lentamente la euforia se arrastra sin deterse
desde ese cielo que a jirones de ecos
terminó de enterrar todo tu ayer...