Escucho las sombras mudas
Que en la espesura de la quietud
Se desvelan cual estatuas solitarias
En los cementerios bañados de espejos de Luna.
Escucho las voces que se hablan sin encontrarse como el río hace hablar a las piedras de las cascadas ...
Escucho cada palabra que mi mente teje para que el frío del alma moribunda sea paño cálido que la cubra en ensueños de licor de llanto y risas alocados...
Como un grito que se desarma en ecos del Tiempo rebelado a sus propias horas verdugas, escucho el respiro vago y el paso agobiado de cada imagen que se disuelve
En esta Noche tan rendida ,
En esta tiniebla vestida de Muerte que arrulla el letargo solitario de mi orilla inmóvil,
Ya vencida y tan yendo...