miércoles, 3 de septiembre de 2008

EQUIVOCACIÓN


Del florero
entre restos de agua vieja,
las rosas pendían rojo sangre
sus pétalos ennegrecidos,
cayendo y cayendo
sobre el mármol muerto…
Tallos ya desdentados,
y el casi inaudible sonido,
que como un tic-tac
percibía el desdichado
en su pequeña celda oscura.
Ahogó el ruido
de la caída
del último pétalo
la exhalación final,
pavorosa y espeluznante.
Abajo,
nadie nunca escuchará
el grito sin rumbo...
El lamento sordo y ensordecedor
en la madera
y el bronce.
Ya la última vela
ha coronado,
con su cabo negro
esa gigante montaña
de muerte que anuncia
otra
dentro del ataúd verdugo,
florero de huesos
y manos crispadas…

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