domingo, 27 de enero de 2013

Un precipio de innumerables rostros
muertos
me apunta, con sus ojos de hoguera
clavan mi Alma agonizante
sobre una cruz de brasas eternas.
Es que acaso mi silencio de asfixia
mis manos que han sido cortadas
por el Demonio de la lejanía
la cicatriz mutante que llora
el Maldito que drogó la piedad en mí mismo,
mis venas rotas sobre la locura de haber huido
empapando de melancolía
al halo de mi carne invisible.
Dónde fueron mis soles muertos
dónde moran mis ángeles piadosos
que se revisten de Noche voladora?

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