Desde el pueblo pequeño, se veía todo el valle como tumba vacía
y sus casitas de barro y techo de paja
en la torre de madera enrejada que construí.
La vista nocturna era cautivante y vertiginosa
como cuando se eleva la cabeza hacia la bella Luna, y aquí abajo las
estrellas eran candiles de aceite acá abajo...
el rio se reflejaba en el disco rojo ,
ese espejo de la tierra con vida propia
que alguna vez laopensé indiferente y burlando
un reloj de sol oscurecido en la tiniebla...,
El hombre de nadie durmiendo debajo, como techo de las pesadillas embebidas en vino o licor barato,
que apagan todo claro de luz de Luna y la convierte en calavera cercana...
… una serpiente que zigzagueaba su colosal cuerpo de agua y piedras sobre el campo,
cayendo y cayendo…. arrullando la muerte recién llegada bajo el mismo reloj,
en la misma botella vacía que albergó el último rayo nocturno,
con su apaciguado murmullo.
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