Sobre unas tablas
Impregnadas de olor a vino
Rueda hasta estallar en el mosaico
un vaso grueso y amarillento,
Sangró , hasta acunar sus pedazos
en un charco borgoña.
Reposan en el aire las voces
Que se chocan y se acarician
huyendo desde los barrotes desparejos
de los deformes dientes de los hombres.
Hablan sobre la araña
que camina sobre el yeso,
la araña que se detiene, impávida
al descubrir
que cuelga frente a sí su propia escultura
gigante,
de bronce, y con ojos de fuego.
Se queda , encandilada e inmóvil, quizás mas no se mueva…
Sólo que las moscas vuelan en torno a ella,
atraídas y sin ser condenadas ante el peligro,
réplica muerta que desafía a la naturaleza animada.
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