miércoles, 10 de septiembre de 2014

Tapiados, los ventanucos del sol
que muere
en la dicha del crepúsculo ,
se reviste  el cielo de nubes oscuras
que se ocultan en lo alto de las cómplices penumbras.
Rompe la armonía abúlica
el lejano fulgor de una estrella vieja,
agotándose en  el espejo
de un charco, retazo de lluvia
sobre  la  piedra pulida de carros, y suelas,
pasos herrados de cascos, pieles duras y roñosas,

llagas de la miseria que agoniza entre todo el mundo de los suelos.

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