Sobre la tristeza del día
Rendijas de mi persiana
por donde el sol entromete sus rayos débiles.
Solo aquí en esta prisión tan grande, tan mía, tan libre
Soy mi propio candado, mi mente es mi propia llave,
Mis palabras abren las puertas hacia mi preciada locura.
El ruido brilloso de la tormenta oscura
Satura el resto de lo
que quedó de este sol
que se mete en su
madriguera.
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