Como los misterios que se disfrazan de reflejos tenues,
Sobre las copas oscuras de los árboles oscilando en la lujuria del viento en calma,
Una noche más que me visita gigante y temeraria de mi propio pensamiento de lobo que acecha una manada de piedras quietas,
Tierra que reposa tranquila acariciada por su propias raíces secas...
Cierro los ojos sin dormirme porque los ecos de las cumbres,
No quieren dejar de gritarme,
De pronunciar mi nombre en idioma de estrellas agonizando entre mortajas de las nubes tristes,
En forma de llovizna me piden beber el licor agrio, duro y mágico del llanto que se quiebra...
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