viernes, 17 de febrero de 2012

Luz sacrílega que roza la piel oculta…
escucha sin oír el pisotear invisible de huellas desaparecidas,
hiere al viento que condenado
por ser por piedad inocente
huele la carne sin aliviarla de la brasa pasional
entre melodía de la profunda selva
allá donde los desposeídos descarnados
danzan su movimiento amarillento.
Mata las terribles imágenes
donde la mente se rebela de tanta hierba arrancada,
garras impetuosas ¡desesperación!
Se rebela de tanto…
Oír eternamente la caída de plumas ,
recién vivas por el ojo reseco…
reseco ya.

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