viernes, 9 de septiembre de 2016

Y ahora falta para esto…
La noche que se ha enterrado viva en un moribundo
agonizó su resplandor de estrella falsa
 en el filo de una navaja que quedó sobre la carne.
Desde el círculo que se cierra ,
 la autopista,
el viento que saluda por las ramas que se agitan al nuevo cadáver,
haciendo sonar su réquiem de calle marginal,
de paredones manchados por huellas de hogueras,
de las ratas que disputan a muertos con ojos de vidrio
las últimos restos en la basura que reina ,
desde los orines que camuflan el ardor de primavera.
Y allí, sobre un cajón de manzanas,
se sienta reposando sus andrajos
la mano es una tarántula
y el ojo la brasa de un cigarro que olvida la luz de los faros.
Allí están, en la otra ciudad,
 la que sólo habitan los restos de una ciudad lejana…

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