Y llegaban arrastarando sus bultos polvorientos, sucios y
gastados
Una procesión que en ronda hacían rodar un alcohol barato
Mientras la noche en el suburbio cubría con su capa abotonada por la luna
Esa lejanía entre la cápsula y el eterno que estaba ya
aburrido de ser Dios,
Y Lucifer paseaba por los prostíbulos
sembrando desesperanza y odio
para continuar así la divertida escena cinematógrafa.
En la ciudad que oxida sus techos, su mundo de hierro y
aguas venenosas
regala su festín para los desamparados del amor
que encontraron su mando
y su ejército de
facas y tubos de estaño que relumbran bajo los recovecos,
brazos que se cubrieron de sudor destilando desechos de
olvido,
agitándose como intentando levantar vuelo
dentro del espejismo subterráneo y amarillento…
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