viernes, 30 de diciembre de 2016

Los murmullos se cerraban como una boa comprimiendo tu imagen
y un fósil de mi recuerdo de tu ultima caricia se hunde en los alambrados de
mi mente.
Allí estabas, en mi barco encantado soñada
 entre la sal dulce de mi imaginación,
 mis manos que  aprendieron a arrastrarse en vos
a  mis dedos que se arrepienten de malos versos y han de redimirse...
y vos, y yo y los ecos grabados en las paredes de un espíritu partido en dos
nombres,
 La vida enérgica, joven, virgen, fresca,
mientras jugás con ella y la rodamos juntos sobre las telas,
las curvas, los olores y el suplicio de leer tu nombre en letras de hueso y carne.
La ciudad desborda sobre el mar como lluvia de escombros ,
y allí naufragamos y volvemos,
donde el tiempo sortea Lunas...

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