martes, 11 de julio de 2017

Y tu voz que llega vidriosa y opacada
debajo de la luz que sortea su esclarecer en reflejos naúfragos
Un terciopelo que sin brillo y sin ver un destello de pétalos helados
Corre a la deriva azarosa de dos cuerpos que se gritan sin ver
Las heridas del resonar apagado
Turbio mar de quietos barcos que se desnudan de madera ante las planicies de tus dedos reposado
Tú y la sal de los ojos que gritan sedientos a los rayos desarmados a la sabana agitando las almas y los miedos. Tu eterna y deliciosa ,tú virgen blanca y dibujando tu ser
Tú que resurges y que te rindes fuerte hacia la conmesura del rio quieto
Que moja los ojos cansados.

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