miércoles, 8 de septiembre de 2010


La tierra abre su boca de loba
a los pies llagados del peregrino de la Luna,
hojas que oscilan al ritmo del viento que susurra
guían el trasuntar desconocido de los pasos temblorosos
mirando como única guía la tiniebla
que no puede cobijarlo en su negro capote
del frío pavor de caminar despierto.
Inextricable paisaje
agita sus brazos negros de horquetas
puntas mutiladas laceran el aire ennegrecido
avanza hacia el seno del bosque desdentado
avanza hacia su propias fauces
sin saber que es él mismo perdiéndose
en los habitáculos destechados de su alma
desolada,
entre las nieblas de carbón
de sus sentimientos consumidos.
Tarde buscar ahora fuegos en los precipitados campos
tarde para el regreso a su propio desvelo cautivo,
caminar , sólo caminar hasta otras noches
caminar hasta encontrar alguna luz moribunda
escondida,
llegar y evitar que muera.

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